Biotecnología Agropecuaria
Latinoamérica (LATAM) siembra cultivos transgénicos desde mediados de los 90’ y tiene un rol importante en la adopción y desarrollo de la biotecnología agropecuaria a nivel mundial. Un 45% de la superficie sembrada con cultivos transgénicos en el mundo está en Latinoamérica. De los 19 países que la integran, 10 siembran cultivos transgénicos y cuatro de ellos están entre los primeros 10 en superficie sembrada con transgénicos del mundo: Brasil (2°), Argentina (3°), Paraguay (6°) y Bolivia (10°).
Varios países cuentan con investigadores muy experimentados que trabajan en el desarrollo de cultivos transgénicos, con ejemplos que ya se comercializan o que se encuentran en etapas muy avanzadas. Si bien la introducción de animales transgénicos es incipiente, la región tiene un gran potencial en la materia, con desarrollos que podrían llegar al mercado en un futuro cercano.
Además, la región tiene un papel destacado en el desarrollo e implementación de marcos y procesos regulatorios basados en ciencia, que han sido clave para la investigación y para la introducción segura de las tecnologías. No menos importante, los países de Latinoamérica participan muy activamente en los ámbitos multilaterales donde se discuten estos temas, aportando sus experiencias y promoviendo la búsqueda de consensos en la arena internacional.
A través de su larga historia de uso, la biotecnología agrícola ha aportado beneficios comprobados, contribuyendo al desarrollo de los países de Latinoamérica. Los cultivos transgénicos han traído mayores ingresos a los países que los siembran, beneficiando no solo a los agricultores y a sus familias, sino también a toda la sociedad. Además, los cultivos transgénicos han contribuido a proteger al ambiente, ya que su adopción resulta en una mayor productividad, con la consecuente reducción de la necesidad de expandir la superficie agrícola, y en una disminución en el uso de plaguicidas. En varios países, la adopción de los cultivos transgénicos ha fomentado la adopción del sistema de siembra directa, una práctica que contribuye a la preservación del suelo y al incremento de la eficiencia del uso del agua. Estas dos tecnologías juntas permiten acotar los tiempos entre cultivos, contribuyendo a ser más eficientes en las rotaciones y, adicionalmente, ahorrar en el uso de combustibles fósiles y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Para conocer más sobre Latinoamérica y sus avances en el desarrollo, regulación y adopción de la biotecnología agropecuaria, los invitamos a recorrer Biotec-LATAM.